En mis entrañas escondida
se extiende por mis venas,
se alimenta en mi cerebro
cuando estoy desprevenida.
Es la voz que me susurra,
es los golpes y arañazos.
Ya no sé por lo que lucho,
ya no se qué es lo que gano.
Y ella siempre está aquí,
tras correr durante años
porque no puedo huir
de lo que habita en mí.